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Opinión Retruécanos
EN CORRUPCIÓN: LOS DE ADELANTE CORREN MUCHO Y LOS DE ATRÁS…
05/09/21 | 10:05 | Por: Pedro Olvera Vázquez
Los comentarios de hoy no tienen dedicación alguna. Si usted es funcionario, empresario, gestor o tiene cualesquier otro oficio o entretenimiento y se siente aludido, no se sienta tan importante.
En esto tenemos que ver todos; a todos nos atañe lo queramos o no. Mayormente son fragmentos de José Chanes Nieto, uno de los coautores del libro de José Juan Sánchez Glz., Juan Miguel Morales y Juan Arciniega, investigadores de la corrupción.

Un gobierno democrático no es un negocio de familia dominado por un patriarca; tampoco es un batallón militar, ni el cuartel general de una campaña política. Es una organización productiva que pertenece a sus miembros; y es la única de esas organizaciones cuyos miembros incluyen a todos los ciudadanos que haya dentro de su jurisdicción. Quienes trabajan para el gobierno y reciben de este un salario son, en última instancia, servidores de toda la ciudadanía, que posee y mantiene al gobierno […] En una sociedad en que la soberanía supuestamente se encuentra en el pueblo, es indispensable que los funcionarios sean considerados y se consideren a sí mismos servidores, no amos de su pueblo. Deben tener y ejercer poderes, pero esos poderes son delegados, habitualmente por períodos temporales (Mosher, 1999:708).

Desde 1982, con el propósito de renovar moralmente a la sociedad, se recurrió a una medida tradicional: imponer más controles a la burocracia para combatir la corrupción. El remedio ha sido peor que la enfermedad: ha asfixiado todo brote de creatividad. Los malos sistemas administrativos han sido propiciados de la ineficacia, una de las peores manifestaciones de la corrupción. Las contralorías han empeorado las cosas. Los servidores públicos temen desviarse así sea un ápice de los procedimientos operativos comunes. Por desgracia, ante la proliferación de controles, muchos empleados se dan por vencidos o encarecen la corrupción. Hacen todo guiándose por los reglamentos, manuales, instructivos, circulares, tengan o no sentido. Llenan formas que nunca debieron crearse y preparan informes que carecen de utilidad y que, muchas veces, nadie leerá. Ya es tiempo de combatir con éxito a ambas y propiciar una administración de luz verde en lugar de luz roja, una de confianza en vez de una desconfianza, una de pronta acción y cercana y no una morosa o alejada del ciudadano, una de buenos resultados más que una de excelentes controles.

En los días finales de 2010, el Laboratorio de Documentación y Análisis de la Corrupción y la Transparencia del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México indicó que México es la segunda nación más corrupta de América Latina en los ámbitos público y privado, sólo superada por Haití. (Ex.4-I-2011).

La corruptocracia viene de mucho tiempo atrás, desde la Vieja y la Nueva España hasta nuestros días. Una somera revisión lo constata: La conquista española incorporó de modo súbito la actividad económica de los pueblos conquistados a la etapa inicial del desarrollo de la sociedad capitalista, con las peculiaridades mercantiles de la economía hispánica. Además del cacao, los instrumentos de cambio se establecieron en medidas de oro, cuyo peso -de ahí el nombre futuro de la moneda- resultara igual al de la unidad monetaria española. Pero este sistema condujo a la fundición de láminas de oro aleado con cobre, propició la falsificación de los instrumentos de cambio, por lo que se le llamó oro de tepuzque (de fraude o chapuza) (Álvarez 1987:5504).

La corrupción no es privativa de México ni de San Luis, luego no es parte de nuestra cultura. Es un virus global y siempre latente. ¿Cómo controlarlo? entendiéndola, analizándola, desmenuzándola, midiendo y evaluando con objetividad e instrumentos fieles su alcance; segmentándola por regiones, edades, sectores etc. La corrupción, irónicamente, si es un juego. Uno de los que más envician y en el que sin embargo no podemos desentendernos ni ignorar porque nos inocula y afecta. No nos quedemos atrás.
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